Hace siete años acepté la propuesta de seleccionar seis canciones inspiradas en temas diversos para un blog amigo, una idea poco original pero que creí que tendría más sentido si cada lista se contextualizaba con una pequeña historia. Las listas públicas en mi perfil de Spotify me recuerdan a menudo aquella iniciativa, así que he decidido recuperar algunos de aquellos textos con música incluida, a pesar de que hoy algunas de las escogidas serían otras, llegadas a lo largo de estos años a mi subconsciente para convertirse en esas canciones recurso que saltan como un resorte ante una situación u otra como se enciende la llama del fogón de la cocina cuando le acerco el encendedor CriCri.
Cada domingo, una nueva entrega de 6 canciones para. Y empezamos por el desayuno.
6 CANCIONES PARA UN DESAYUNO DE DOMINGO
Cuando era pequeña desayuno de domingo era desayuno en la cocina. Mi padre hacía el mejor Colacao del mundo y sucaba las tostadas en aceite de la manera más perfecta posible, mediante una técnica consistente en verter el aceite en un platillo, empapar con él una miga de pan grande y con ella, a su vez, las tostadas, en una demostración de paciencia y amor infinitos. En las mañanas de domingo en que los cereales de desayuno eran minoría en las despensas españolas en mi casa era bien probable que sonara Nino Bravo. Nino Bravo, Un beso y una flor
Mis padres tenían una cinta de Cecilia extrañamente compartida con Joan Manel Serrat. Por entonces, aquella cinta no me atraía demasiado (ahora tampoco, la verdad), pero aquella historia de la mujer que recibía el ramito de violetas de un desconocido me parecía fantástica. Aquella cinta vivía con las de grabar compradas en el economato del barrio y yo en los días de fiesta me las miraba y miraba. Cecilia, Un ramito de violetas
No recuerdo canciones de Los Ángeles en mis domingos infantiles, no había cintas suyas entre las de Los amigos de Ginés y los payasos de la tele. Pero imagino que sí las hubo en los de mi madre, quien siempre dice que era vecina del rubio del grupo. En los sesenta, en el Albayzín donde ella y mis tías corrían a comprar polos al vendedor ambulante y donde mi abuelo hacía tertulia y migas en la Bodega Castañeda, sospecho que sí. Será la genética la culpable de que a mi me guste escucharles para desayunar en los domingos de primavera. Los Ángeles, Créeme
Escojo desayuno. Entre todas las comidas del día es mi favorita y eso salta a la vista. Es importante, lo dicen los nutricionistas. Si no desayuno el día va a ir mal, aviso. Me gusta más que desayunar olerte, piropazo de Sergio Algora. Me gusta trazar planes perfectos, si es con un amante al lado mejor. No os marchéis antes del desayuno. Manel, Pla quinquenal
Y si hace bueno, saco las sillas al balcón. Belle and Sebastian, Another sunny day
Y llega el vermut y entre mejillones y olivas uno empieza a pensar que eso se parece bastante a la felicidad. Standstill, La vida es domingo
Si esto fuera una peli indie de historias cruzadas en esa Barcelona que es tan moderna que debe celebrarlo todo, veríais una pantalla dividida en dos, en una parte estaría yo reviviendo la época del Colacao y las tostadas de aceite y, en la otra, cualquiera de vosotros preparando café. O lo que queráis preparar. Porque la vida es domingo, canción sin fin. Y así en bucle sin bajarnos de la felicidad.